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Gino Bailey Bergamin. Revista Eltopo (www.eltopo.cl), Valparaíso, Chile. Sociólogo, Magister en Geografía y Procesos Territoriales, Universidad de Bolonia, Italia.

La “tecnocracia terrorista”: el exterminio como consecuencia de la racionalidad del espacio

La entrada a Auschwitz representa la dualidad en la cual se confrontan los lugares y el espacio. La organización del exterminio además de ser considerada cruenta, forma parte de lo que H. Marcuse definiría como evolución de la técnica y tecnología moderna en la acumulación del capital. Los regímenes totalitarios pondrían a prueba otra forma de racionalidad instrumental dispuesta en el mecanismo industrial que adquiriría el apoyo tecnológico posterior a la crisis financiera de 1930.  La “tecnocracia terrorista” presente en los sistemas totalitarios, viene a catapultar aquel espacio nacional moderno en su fase más radical, excepcional y eficiente. No por nada la eficiencia de los recursos humanos – en el sentido radical de la palabra- se pensaba como materia prima a ser procesada en hornos y producir de ello algún tipo de jabón y artículos de hogar. Todo pensado dentro de la racionalidad tecnológica de la gran máquina espacial.

Esta evolución orgánica del espacio sobrepone la técnica y tecnología por arriba de la dimensión ética y definición jurídica de la justicia, lo legal y lo licito. No son los seres humanos quienes existen en el espacio de exterminio, sino el proceso productivo como la ejemplar creación de la industria armamentista y los jabones, o el relleno entre la almohada y la selección entre vivos y muertos de aquellos rumanos, búlgaros o judíos que llegaban en los vagones a las puertas de Auschwitz: no existe distinción. El procedimiento de la máquina industrial y tecnológica se vuelve único de manera indiscriminada  y se uniforma el exterminio como si fuera parte de un proceso productivo técnico e industrial.  El espacio de exterminio, o el espacio en su expresión más diáfana no consideran la ética.

Los lugares – por contraparte- se intercalan en los intersticios que propone el mismo espacio moderno concretizado. En el contexto de exterminio los vagones, traslados y sensaciones experimentadas por los seres humanos son parte de la fuga de la memoria que no subyace a la organización espacial del exterminio. Las ferrovías son un símbolo de la conexión del modelo espacial entre punto de salida y llegada sin retorno. Todo indicaría que las líneas férreas invisibilizan y guardan silencio, sin embargo es ahí, en ese transcurso donde surgen y se tejen los recuerdos más patentes de vivencias humanas y sensaciones antes de entrar a Auschwitz. Esta es la dualidad ejemplar que representa el contexto de la excepción y los regímenes totalitarios.

La organización de los campos de concentración como parte del espacio productivo, siempre trató de esconder cualquier punto de fuga que delatara al espacio con su opuesto: el lugar. De este modo, trenes y vagones que tenían el recorrido Düsseldorf- Riga, Varsovia – Malinka, Bialystok- Auschwitz, intercalaban trenes de carga con trenes de carga humana indistintamente.  Raul Hilberg ha llegado a establecer que en este contexto se promulgó la necesidad de crear una representación del espacio mismo del holocausto para invisibilizar la noción de lugar y seguir ejerciendo la métrica del espacio genocida.  El lenguaje de esta representación del holocausto ocultaba su opuesto  estableciendo nombres como “transporte de húngaros”; “transporte de rumanos”; “transporte de griegos”, cuando en realidad eran viajes sin regreso destinados a la muerte productiva: el nihilismo espacial.

Los llamados “Planes de circulación” es otro ejemplo del recurso del lenguaje en esta representación del espacio del holocausto. Era la forma nominal de esconder el drama del exterminio en donde se organizaban los viajes para hebreos. Hacía referencia a la programación intercalada entre trenes de transporte de “viajeros  especiales” y aquellos de mercancía urgente. En palabras de Karl Schlögel en dicho contexto y en la organización de los planes de circulación los judíos, rumanos, búlgaros, griegos y eslavos, también eran materia dispuesta y urgente de trasladar a los campos de concentración al igual que cualquier tipo de mercancía.  Este sentido de la equivalencia en la fórmula D-M-D (Dinero, Mercancía, Dinero) el traslado y la circulación no considera el aspecto cualitativo, sino que indiscriminadamente el exterminio entra como proceso productivo en la lógica de acumulación capitalista. Sonderzüge  era el nombre especial que tenían trenes y vagones con estos viajes  “reservado al uso interno”. Allí el transporte de hebreos se hizo cotidiano y el Sonderzüge – la representación espacial del exterminio- consistía en esconder nominalmente lo trágico y la brutalidad, reemplazándola por la técnica y mecánica de la productividad industrial: “vías de circulación”, “vagones de mercancía”, “vagones de húngaros, rumanos, hebreos”, etcétera. Se representaba la operación, pero no el exterminio.

Birkeneau: El campo de concentración, la entrada a la muerte en Polonia.

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(Fuente: http://whosoeverdesires.files.wordpress.com/2010/01/birkenau-aerial1.gif)

En el plano anterior se logra visualizar las dimensiones del espacio de exterminio. A un lado las cámaras de exterminio, en el otro los lugares de permanencia y  por el centro las ferrovías. En esta dualidad y oposición entre espacio y lugar, Primo Levi logra poner con exactitud cómo los puntos de fuga deslizados en la organización del espacio de exterminio, comienzan a ejercer un rol significativo dentro de la memoria social y colectiva, aunando la cercanía que impedía el lenguaje y la representación del espacio del holocausto. En sus relatos retrata la operatividad técnica y la eficiencia de la circulación del capital expresado en los propios prisioneros:

“…Justamente así, punto por punto: vagones mercancías, cerrados al exterior, y dentro hombres mujeres y niños, apretados sin piedad, como mercancías, en un viajo hacia la nada, en un viaje hacia abajo, hacia el fondo….” (Schlögel , pp.232)

Esto también es expuesto por Claude Lanzmann, quien argumenta el sistema de selección con un fuerte acento objetual y productivo en humanos:

“…El sistema de discriminación era por grupos, finalmente tanto en Buna- Monowitz y Birkneau, se discriminaba abriendo las compuertas de los convoy y entre los nuevos allegados y los que estaban ya ahí se separaban aquellos que aún podían trabajar respecto de los que pasaban a la cámara de gas” (Schlögel , p.233)

No obstante, en esta situación de emergencia se revela el vínculo del lugar como oposición a la propuesta espacial. El lugar tiene que ver con lo intensivo del contexto, el ejercicio afectivo que se opone al traslado y a la circulación. El espacio promueve el reconocimiento, el lugar el conocimiento, la cercanía y el plano afectivo que el modelo de acumulación y la era de la reproductividad técnica trata como un punto, una señal en el mapa de circulación y exterminio para este caso:

“….Al lado mío, estrecha como yo entre cuerpo y cuerpo, había en todo el viaje una mujer. Nos conocíamos desde muchos años y la desventura nos había reunido, aunque poco sabíamos el uno del otro. Nos dijimos entonces, en la hora de la decisión cosas que no se dicen entre vivos… Nos saludamos y fue breve, cada uno saludó en el otro la vida. No teníamos más miedo” (Schlögel, p.232)

Artículo de Gino Bailey Bergamin – Columnista de este Blog. 

Bibliografía:

Jesús Díaz Labarca  Herbert Marcuse. La ascensión del totalitarismo en la sociedad postindustrial Journal: Utopia y Praxis Latinoamericana ISSN/EISSN: 13165216 Year: 2002 Volume: 7 Issue: 018 Pages: 9-34. Publisher: Universidad del Zulia

Karl Schlögel 2011 Leggere il tempo nello spazio: Saggi di storia e geopolitica, Bruno Mondadori, Milano.

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